El chantaje se repite

DIEGO TORRES / ANTONIO PÉREZ

Nada nuevo bajo el sol. El chantaje de Diego Torres, ex socio de Urdangarin, al Rey reproduce exactamente las mismas pautas que el de Antonio Pérez a Felipe II hace más de cuatro siglos. Los hombres cambian, pero los hechos se repiten.

Antonio Pérez, secretario del Consejo de Estado, sigue siendo una de las figuras más misteriosas de la historia de España. Pero de lo que no hay duda es de que traficó con información privilegiada y chantajeó a Felipe II, que siempre creyó que su colaborador guardaba papeles que le incriminaban en el asesinato de Juan Escobedo, el hombre de confianza de Juan de Austria.

Diego Torres, que amenaza con lanzas «bombas atómicas» para «acabar con la Monarquía», podría ser la reencarnación de Antonio Pérez, que, al verse culpabilizado del crimen de Escobedo, no dudo en chantajear a su Rey y protector.

Torres dice que guarda 200 correos comprometedores y Pérez, que tenía acceso a todas las comunicaciones del Monarca, poseía un verdadero dossier sobre los personajes más relevantes de la Corte, empezando por el Duque de Alba.

Si ahora aparece la princesa Corinna Sayn-Wittgenstein en la trama de Nóos, también había otra mujer en el centro de la conspiración de Pérez. Era Ana de Mendoza, la princesa de Éboli, que fue confinada en el castillo de Santorcaz por vender los secretos de Estado que le pasaba Antonio Pérez.

La Corte rumoreaba que la atractiva Princesa de Éboli, que perdió un ojo en su juventud y llevaba un parche, era amante de Felipe II, lo que acrecentaba su poder y su influencia.

Al igual que Torres tendrá que sentarse en el banquillo si no surge alguna extraña componenda, Pérez fue detenido y procesado en 1585 bajo los cargos de tráfico de secretos y corrupción. Mutatis mutandis, a Torres se le acusa de lo mismo.

El secretario de Felipe II fue declarado culpable y se le condenó a dos años de cárcel. En 1590, reconoció bajo tortura su responsabilidad en el asesinato de Escobedo. Luego huyó de la persecución real en un largo periplo que le llevó a Aragón y que acabó en París, donde murió en 1611 en la más triste pobreza.

La ambición, el amor, el poder y la venganza se entrecruzan en la historia de Pérez y la Princesa de Éboli, los mismos ingredientes que aparecen en el chantaje de Torres y el caso Nóos, donde unos personajes cercanos al Monarca aprovechan la relación para enriquecerse.

Pero Torres está apuntando al corazón del Rey, lo que significa, si seguimos las pautas de la conducta de Pérez, que posee secretos que podrían hacer mucho daño a la Monarquía.